La liturgia de hoy, tiene bastantes motivos para definirla como “lugar” de encuentro y más aún, como medio de pensar sobre nuestra fe y nuestra entrega sin límites al Señor. Sin embargo, la entrega implica en un primer término una búsqueda constante, búsqueda de una certeza, la cual resumimos bajo el rótulo de Buena Noticia.
Las lecturas y en especial, nuestras ilustres visitas, que silenciosamente, como los Lamed Vav, aquellos judíos que viven la santidad en las cosas simples de la vida y que la sociedad no conoce, porque su cotidianeidad no nos hacer ver y ni ellos muestran su santidad, que pasan desapercibidos por todos. Hoy estamos viviendo y celebrando como comunidad junto a los jóvenes del proyecto Belén UC, que ya llevan un año en medio de nosotros y realizan su trabajo desinteresado en medio nuestro, con el fin de dar un gusto específico a la sociedad, y aún más, educar, dentro de sus limitaciones y grandes virtudes a las personas que están en búsqueda de aquella sabiduría que da vida y vida en abundancia.
Decíamos que la liturgia en general nos llama, ciertamente a buscar la Sabiduría, pero no la sabiduría que nos deshumaniza. Podemos tener diferentes visiones de la sabiduría, pero la verdadera Sabiduría, parte de la paradoja de la Cruz, aquella que es “escándalo para judíos y necedad para los griegos, pero para los llamados a Dios es Fuerza y Sabiduría de Dios”(1).
Ahora bien, la primera lectura más que decirnos lo que es Sabiduría, nos da a conocer los frutos que recibimos al acogerla: por medio de la prudencia llegamos a tener como compañeros de camino los demás bienes, incluida la justicia. Virtud que en cierta manera llama a definir Sabiduría. Pero además nos invita a centrar la mirada no en lo material, sino que en lo que recibimos de Dios. Los bienes que recibimos de él, son parte del llamado a cambiar la vida y la sociedad que nos rodea, por medio de la reflexión y la acción, conceptos que pasan por medio de la oración asidua y fecunda. El vacío existencial, que provoca la falta de la Sabiduría, deshumaniza a la sociedad y nos hace buscar aditivos a nuestra vida que a la larga, nos alejan de la Buena Nueva y más aún, nos desaniman a formar comunidad y ser hermanos.
El salmo, continúa con el deseo de la Sabiduría, pero ahora desde una mirada más práctica. Si hemos asumido la Buena Nueva en la vida, ¿cuánto tiempo tenemos para vivirla? De cierta manera, el salmista entra a “chantajear” a Dios pidiéndole tiempo agregado a su vida, pero la realidad es que el salmista busca calcular no con el tiempo cronológico, sino que con el tiempo de Dios... así la pregunta deviene a una pregunta a favor de la Justicia, que por ende, lleva a la Sabiduría. La búsqueda del amor, en este caso, “alegra el corazón”, porque sin duda ilumina el camino del bien, pero no solo del hacer el bien, sino del “hacer las cosas bien”. El hacer estas cosas bien, implicaría una toma de conciencia y lectura de la realidad bajo los ojos del Evangelio y caminar hacia la consecución de la libertad.
“Penetra hasta el fondo del alma”, es el slogan que Hebreos usa para definir la Sabiduría expresada en palabras humanas. Estas palabras son más que nada la vivencia del discípulo que busca, “interrogándose su corazón” (2), para que “él te responda” (3). y de una respuesta clara. Asumir la cruz de cada día y tender a ella como “fuerza y sabiduría de Dios”, asumiendo la invitación de Pablo en Corintios. Pero de la misma manera es necesario que asumamos la condición humana a plenitud, me refiero al llamado de Rm. 5,12 (4) hay una ‘personalidad corporativa’ que nos arrastra a ‘olvidarnos’ de la justicia y de la solidaridad, misiones fundantes en el ser cristiano: el pecado, nos aleja de la realidad originante del amor: la entrega desinteresada.
La mirada del Evangelio invita a reconocernos o, mejor dicho, a interrogarnos desde la perspectiva en que estamos: somos como el joven rico que se olvida de esta realidad fundante, o somos realmente aquellos que lo “dejamos todo”, para la entrega sin intereses del Evangelio. Los asombros hacia las palabras de Jesús, son penetrantes y ciertamente dejan entrever que la apuesta al seguimiento es radical y transformadora a nivel personal y comunitario.
La entrega a tiempo completo, no solo implica el esfuerzo personal, el cual es importantísimo, necesita, además de la pedagogía divina, la cual alimenta el alma y nos inspira a asumir el camino complejo de la entrega desinteresada. A veces podemos caer en desánimos, propios de nuestro ser personas, pero la invitación es de “no caer en la irresolución y correr... hacia Dios y el prójimo, al cual damos lo que no podemos entregar a Dios” (5)
Notas
(1) cf. 1Co. 1,23-24
(2) Cf. Antonio M. Zaccaria, Serm. I
(3) Ibidem
(4) Texto clásico de la reflexión escriturística sobre el pecado original, en especial el v. 12d, el clásico ephòo, que en latín pasa a la fórmula “in quo”. Un intento de traducción por este tema sería “por el cual”, otro es “por tanto”. Según Bover- O’Callahan, la traducción sería “por cuanto”.
(5) Cf. Antonio M. Zaccaria, Carta II